El tenso romance entre Barça y los silbatos…

¡Ay Gavi, Gavi! Nuestro pequeño héroe de Instagram. El chaval decide que es el momento ideal para desahogar sus penas y nos dice, muy solemnemente, que el Barça no llegó a la final porque las decisiones arbitrales estaban más torcidas que una cinta de regalo. Con vehemencia digna de un superhéroe, afirma que los árbitros estaban, y cito, «cagados». Claro, al parecer el balón también estaba aterrado y decidió no entrar en la portería en un par de ocasiones. ¿El fútbol? Ese se quedó en casa viendo Netflix.

Después del discurso de Gavi, cualquier fan culé pensaría que los árbitros llevaron antifaces e hicieron un conjuro mágico para evitar que el Barça levantara la copa. Íñigo Martínez se une a la fiesta, practicando su mejor imitación de pitoniso del futuro, asegurando que «ha ganado el fútbol», como si el deporte fuese una especie de Druida en un rol de juego. Por si alguien lo dudaba, el drama de los árbitros en el fútbol es como las novelas de las 5: tan predecible como quemar las palomitas en el microondas.

Mientras el mayúsculo lío del Barça con los árbitros se desarrolla como el culebrón que necesitábamos, no olvidemos que si hay alguien que se lleva el Óscar a Mejor Inventor, es el pobre Lamine, que decidió que el palo del arco era su mejor amigo. Y mientras Felipe II se remueve en su tumba recordando la armada invencible, el Inter disfruta del espectáculo a la italiana, asegurando que para ellos, estas quejas son como música clásica. ¡Arrivederci, y sigamos quejándonos, que el fútbol nos necesita cómicos, no críticos!