El Barça y el Inter en una semifinal de risa…

¡A las 21:00! En el Estadio Olímpico Lluís Companys se desata el espectáculo entre el Barcelona, un equipo con más goles que estrellas en el cielo, y el Inter, un muro que ni un terremoto derribar. Es como ver a un dentista y un caramelo sentarse a tomar té. Hansi Flick, cual director de orquesta, trae a sus muchachos culés en busca de una final soñada tras una década. ¡Y menudo trueno de goles ha conseguido! Doscientos títulos y quinientos goles en un año, o algo así… Inzaghi del Inter se atreve a declarar antes del comienzo: «No tenemos miedo, llevamos más cemento que un albañil en la defensa».

Los blaugranas irrumpen con jóvenes que corren más que un chaval huyendo del examen de mates. «La edad es solo un número», sentencia Lamine, más seguro que un gato en yoga. Y no es para menos, el Barça mete goles como si fueran palomitas en el cine. Mientras, el Inter se deja querer tras su «catenaccio» de acero adamantino, un sistema defensivo más antiguo que las canciones de los abuelos.

La noche estrellada nos trae una posibilidad histórica para el Inter. El récord de imbatibilidad está al alcance, ¡a solo un partido-bloqueo de distancia! Lautaro, con un tanto, romperá tantos récords que deberían darle un martillo. A fin de cuentas, el que se lleva el trofeo es quien ríe último, o al menos hasta que alguien le quita el balón. ¡Que gane el mejor en esta velada de goles, paradas y estrategias de videojuego! Véanlo para creerlo, pero cuidado con las carcajadas.