Flick desmenuza el partido de ida…
Hansi Flick ha salido del partido tan feliz como un niño en una tienda de chucherías, después de que su equipo goleara al Borussia Dortmund. El buen humor se le nota hasta en el peinado, pero ojo, que este hombre es más cauteloso que una abuela cruzando la calle. «¡Cuidado, que aún no estamos en semifinales!», advierte. Y claro, el fútbol es tan loco como una cabra en un restaurante de lujo. Jugar bien y meter goles es como el café con leche del fútbol: necesario, pero no suficiente.
El entrenador del equipo culé parece tener cierta obsesión con el Dortmund y no se fía ni un pelo de ellos. ¿Es un 4-0 buen resultado? Pues sí, pero Hansi prefiere no cantar victoria, porque donde hay eco, hay peligro. Además, ha diseñado un plan de batalla más preciso que un reloj suizo para enfrentarse contra el Leganés en tres días. La clave, dice, es jugar como hoy y regenerarse más rápido que un superhéroe después de una pelea de manual.
Sus estrellas en el campo están brillando más que bolas de discoteca. Piensa en Lewandowski, Lamine y Raphinha como los Tres Mosqueteros del césped. Eso sí, el secreto del éxito lo guarda más celosamente que un mago su truco: presionar como si no hubiera mañana y llevar la pelota a la otra punta del campo. Parece que una Supercopa les dio poder, así que Flick y su equipo están listos para seguir tocando madera y, con suerte, trofeos.