El entrenador organiza un show imparable…
¡Parece que Montjuïc se convirtió en el escenario de una obra teatral de fútbol donde Hansi Flick era el director, guionista y protagonista! El técnico alemán saltó al césped con la rapidez de un ninja después del toque de campana final, celebrando una remontada épica pero menos que la de la Copa del Mundo del 54. El Celta de Vigo, que venía lanzado como si fuera el mismísimo Halcón Peregrino, no fue capaz de frenar la euforia de Flick y sus jugadores.
Lewandowski se llevó un pequeño susto en el partido, pero no por tallar un seto en el vestuario, sino por una molestia que provocó más suspenso que un thriller de Spielberg. Mientras tanto, Raphinha infectó a todo el equipo con el optimismo de un unicornio en un arcoíris, tomando la revancha como si fuera el nuevo Mesías del balón.
Y no nos olvidemos del momento en que Flick cerró los ojos en los penaltis tan fuerte que podría haber sentido una perturbación en la Fuerza. Este hombre asegura que su equipo no se va a rendir nunca, ni siquiera cuando el árbitro hace movimientos de Tai Chi frente al VAR. Al final, entre risas y lágrimas de alegría, Flick dejó Montjuïc con el orgullo de un león que defiende su territorio.