El magnate neurático deja el Barça plantado…
Resulta que José Elías, más millonario que el tío Gilito nadando en su piscina de monedas, se ha cansado de las irregularidades del Barça. Y no me refiero a que Messi no cogiera el avión, sino a cosas más serias. El hombre, que se pasea por la lista Forbes como quien da un paseo por el parque, decidió no invertir en el club, sino avalar a un amigo para el Mundial de las Elecciones de Laporta. ¡Parecía el trueque del siglo! %u201CCuando me diagnosticaron mi neurodivergencia, me di cuenta de que prefería regalarme un fin de semana con las cebras del zoológico antes que tolerar un desorden en el Barça!%u201D, espetó José desde su trono empresarial.
Y claro, lo que empezó como un favorcillo terminó como esos partidos de fútbol eternos con tus primos que acaban con uno llorando y el balón pinchado. José avaló con 35 millones, que para él podría ser una propina extravagante, para que su amigo, Eduard Romeu, también formara parte de la cúpula blaugrana. Pero, tal y como dicen todos los abuelos antes de comenzar un truco de cartas, el Barça le cambió la jugada con una aseguradora y Elías dijo adiós como si hubiera visto a su primo instalar el Windows 95 en Silicon Valley.
Sin dolor en su corazoncito culé, porque ser del Barça es más complicado que hilar una bufanda mientras juegas a la petanca, dejó caer entre risitas que su relación con Laporta es más discreta que un ninja en plan vacaciones. No se arrepiente, claro, porque es culé de los de «Visca el Barça y la paciencia de un monje tibetano», un hombre que asegura que su trayectoria se parece más a una montaña rusa que a una autopista con peaje: subidas, bajadas y un corazón hecho para las emociones fuertes.