El enigma francés y sus isquiotibiales en huelga…
El destino cruel y caprichoso ha decidido que Koundé, el superhéroe sin capa del Barça, se tomara unas improvisadas vacaciones al estilo «doblo la esquina y estoy en el suelo» en pleno partido contra el Inter. Y no hablamos de un simple tropiezo, sino de su últimamente tan famosa coreografía: «el tirón isquiotibial». Este movimiento que empieza a ser más popular que el samba en Río, obligó al as galo a jugarse la carta del cambio a lo «sálvese quién pueda». Aún así, el nuevo Messi – también conocido como Lamine Yamal – decidió que debía ser una noche de misterio, poniendo el marcador que dejó la eliminatoria con más suspenso que una peli de Tarantino. Ahora el destino del Barça cuelga de un partido en San Siro más decisivo que una final de tableta de turrón en Navidad.
¡Jules, qué espectáculo! Dicen las malas lenguas que una lesión de Koundé sin mucho drama es como un sábado en casa de Messi sin goles. Amenazado por una rotura y con diagnóstico más incierto que el pronóstico en una bolera, nuestro barbudo juglar tendrá que someterse al juicio implacable de los médicos para saber si aquella clásica frase de «lo veo negro» se convierte en realidad. Koundé dejó su testimonio en zona mixta, revelando su malestar entre periodistas como si de un galán romántico se tratase, mientras Eric García probaba suerte en el carril derecho recibiendo la herencia de nuestro juglar caído.
Fuentes no verificadas aseguran que Flick duerme agarrado a una foto de Koundé, esperando su pronta resurrección. Después de todo, el hombre ha jugado más partidos que cualquier forrado jugador de FIFA y, sin embargo, su descanso ha sido escaso, casi como un oasis en el desierto. A pesar de la mala racha, los culés cruzan sus corazones y palillos hoping hacerle frente al Clásico, con Koundé a su lado o en espíritu – porque si hay algo que es claro, es que nada está decidido hasta que el árbitro se abrocha el último botón.