Fermín, un terremoto en el autocar…
A las 18:00 horas, como un reloj suizo, los jugadores del Barcelona se subieron al autocar más codiciado del día: un descapotable que surcó las calles de la Ciudad Condal como si fuera un desfile de celebridades en la alfombra roja del Camp Nou al Arc del Triomf. Los culés estaban tan emocionados que si hubiera existido un récord Guinness de gritos por metro cuadrado, lo habrían roto con creces. Laporta, cual influencer adicto a Instagram, se encargó de capturar cada momento, como si estuviera buscando la mejor pose para una foto de familia durante las fiestas navideñas.
Los jóvenes de La Masía parecían haber comido más caramelos con palo que nunca, totalmente eufóricos, como si los dulces tuvieran superpoderes. Fermín, en particular, dejó claro que si de celebraciones se tratara, el premio al más entusiasta sería para él. A punto estuvo de bajar las estrellas del cielo con su entonación de ‘Dia de partit’, tanto que Flick tuvo que sujetarlo para que no saliera volando. Mientras, Szczesny paseaba su sombrero de cumpleaños fumador que parecía poseer poderes mágicos para calmar cualquier nervio suelto.
Ter Stegen, el héroe sin capa, resumió la fiesta con la expresión de un niño en una tienda de chuches: «Hay una conexión espectacular entre la ciudad y el club». Desde los balcones, la gente se peleaba por el mejor lugar, al estilo de una escena de película de acción, mientras que Ferran Torres emulaba un reality show, siguiendo todo desde el hospital tras su apendicitis, demostrando que ni una operación podía apartarlo del jolgorio azulgrana.