Reflexiones de Raúl Varela sobre Lamine…

Ir a Las Rozas cuando la Selección Española se junta es como ir al cine en un martes de descuento: siempre es un gustazo. Las estrellas del fútbol se vuelven tan accesibles que podrían pasar por vendedores de helados en la playa. Lamine también habló, y lo hizo como si tuviera un micrófono en medio de la sabana africana. Si fuera malo en el campo, sus actos ajenos al césped nos parecerían una fiesta cómica de cumpleaños con payasos. Va a tener que acostumbrarse a que todo lo que haga sea un espectáculo de circo mediático.

Y es que Lamine ya está aprendiendo lo que significa ser el centro de atención. Antes se le veía como una especie de niño prodigio, de esos que en las películas hablan con extraterrestres, pero ahora hasta su peluquero parece tener más seguidores que un gato famoso en Instagram. Como Vinicius, cometerá errores de futbolista joven, porque en la liga de las estrellas, los errores lucen más que los goles. Y esto es como ese viejo dicho: «Para ser un genio, primero hay que parecer un poco loco».