Un triplete, un sueño y mil coin flips…
Joan Laporta estaba más preparado que un toro en San Fermines para hablar sobre sus esperanzas de que el Barcelona consiga un triplete. Así como el personaje de una telenovela que no quiere mover ni una ceja por miedo a desatar un drama, el presidente pidió calma. «La afición está más ilusionada que los niños cuando ven llegar al camión de los helados», afirmó con una sonrisa de oreja a oreja. Por suerte, hay confianza de sobra en el entrenador Flick, al que se le atribuye el talento de un chef que prepara platos de gourmet con ingredientes de un ultramarinos.
Con la certeza de una moneda mal equilibrista, Laporta advirtió que las finales son, efectivamente, un cara o cruz, y ¡a quién le sorprende! Porque así como no se puede ganar el Euromillones sin jugar, tampoco se puede ganar un partido sin optimismo. «Somos más ambiciosos que un gato persiguiendo un rayo de luz, pero tenemos que mantener los pies en el suelo, aunque queramos volar como Superman», declaró. Parece que los barcelonistas están listos para enfrentarse al resto de felinos de la liga, en una lucha que promete más giros que una peonza en plena faena.
Mientras tanto, al otro lado del campo, los jugadores agradecen la conducción de Flick, a quien Laporta describe como un mago del balón capaz de hacer aparecer goles de la nada. Aún sin haber ahogado al pez grande del triplete, el optimismo pinta las gradas de colores, como una discoteca repleta de luces de neón. «Debemos seguir con la prudencia de un ratoncito en un laberinto de queso, pero con el corazón de un campeón», concluyó, expectante de que los partidos restantes sean más emocionantes que ver crecer el césped del Camp Nou en pleno agosto.