El culebrón del francés toma un giro optimista…

¡Atención planeta! ¡Clement Lenglet, ese titán del césped y aventurero de los campos, se ha convertido en el nuevo motivo de alegría del Atlético de Madrid! No, no es porque haya ganado el nuevo concurso de tortillas de patatas; es porque el zumbido de preocupación por su cadera ha resultado ser tan inofensivo como un gatito resfriado. Nuestro héroe francés, quien ahora se encuentra más flexible que un contorsionista en un espectáculo de circo, parece listo para volver a correr como un torbellino destartalado.

Sin embargo, no todo es correr y saltar; Lenglet tiene ante sus pies un emocionante camino hacia la propiedad del uniforme rojiblanco. Los madrileños, esos soñadores incansables, están a un paso del fabuloso acuerdo que convertirá a nuestro sensible caballero en un Atlético de pura cepa. Mientras tanto, Óscar Pitillas, el gurú de los músculos atléticos, ya se frota las manos en el gimnasio, listo para moldear a Clement en la nueva estrella del Mundial de Clubes.

Las negociaciones con el Barcelona son ahora más calientes que un verano en una playa con sol, arena y chiringuito. Con un año de contrato restante y una ficha tan robusta como una paella familiar, los rojiblancos miran de reojo la desvinculación con tanta ilusión como los niños a los caramelos. En el horizonte, el cielo es brumoso, pero tiene forma de acuerdo reluciente, ¡quizás incluso antes de que el mes de julio decida darnos un guiño!