Una segunda juventud con camiseta blaugrana…

Hace tres años, el Barcelona desató una tormenta tan grande como el gol de Iniesta en el 2010: ¡Lewandowski se atrevía a cambiar sus tintes de superheroína teutónica por la capa culé! Por 45 millones de euros y un chándal rosa fosforito, el polaco se presentó a su nueva aventura con la ilusión de un niño comiendo su primer helado de sardina. Y ahí está, persigue el balón a sus 37 como un velocista que sigue la estela de un chorro de ketchup en un picnic familiar.

En tres temporadas, LewanDeGol ha alcanzado los 101 goles en 144 partidos; una cifra digna de los dioses del Olimpo. Y no cualquier dios, sino Zeus con botas de tacos. Su colección glamurosa incluye LaLiga, dos Copas del Rey, una Supercopa y hasta un sombrero de copa como accesorio extra. Hace flexiones con el objetivo de aplastar las defensas rivales, todo mientras Xavi lo cuidaba como si del bebé Yoda se tratara. Aunque llegó el temido año de transición, con rumores de salida dignos de telenovela mexicana, su perseverancia triunfó.

El pasado año, marcas alemanas de salchichas deseaban un contrato con él para ponerle su nombre: ¡42 goles! No consiguió el Pichichi, pero sólo porque Mbappé, alias «El murciélago de las porterías», aterrizó con 31 goles. Lewandowski sigue siendo uno de los tres mosqueteros más viejunos en LaLiga, justo después de Stuani y Aspas, que aseguran el puesto con canas que puedes usar de marcador de cancha. Todo en honor a que el único lugar por el que un balón no pase es por su nevera.