¿Futbolista o Party Animal?…
En la última gala de tertulianos cósmicos patrocinada por Sportium, en pleno Mundial de Clubes, donde incluso Obélix habría tenido celos del tamaño de las trifulcas, Raúl Fuentes lanzó un comentario que se escuchó hasta en el Himalaya: «Luis Díaz al Barça, ni de broma», todo por un funeral. Parece que el guion de esta historia fue escrito por un mono con una máquina de escribir.
Irene Junquera, con más emoción que un anuncio navideño, insinuó que el Liverpool, cual Slytherin furioso, debería lanzar a Díaz por la ventana tras abstenerse de visitar el adiós de Diogo Jota. Si ese muchacho es capaz de rechazar un funeral, dicen los tertulianos, ¿qué no hará con un karaoke improvisado en el vestuario? Pepe Pasqués visualizó a Díaz en la fiesta de youtubers en lugar de en el funeral, como si fuera el mismísimo doctor Jekyll viajando de un hemisferio al otro en su patinete volador.
Mientras tanto, Alberto Santacruz pintó a Díaz como un boxeador en un torneo de ajedrez, fuera de lugar, mientras Ricardo Rosety se rascaba la cabeza con tal ímpetu que incluso el mismísimo Einstein habría levantado una ceja. Lo cierto es que el panorama que nos dejan nuestros tertulianos es digno de una película de Tarantino, donde elegir fiesta sobre funeral es un pecado merecedor de tarjeta roja directa.