La montaña rusa de emociones del Pistolero…
Imagínate por un segundo a Luis Suárez navegando en el Mar de los Pesares, cual filósofo en busca del sentido de la vida. Así se sintió nuestro querido ‘Pistolero’ cuando tuvo que desempacar sus botas y sus mordiscos del Barcelona en 2020. ¡Se fue entre la niebla de los fans llorosos como si fuera Gandalf partiendo a las Tierras Imperecederas! Eso sí, insiste en que no guarda rencores ni resquemores, porque su mente viaja ligera -es como un Dory con botas- de un campo de juego a otro.
El verdadero drama fue cuando se mudaron todos en masa con destino a Madrid, dejando atrás el aroma a paella fresca y tardes de sol frente al Camp Nou. La familia de Suárez sufrió lo que no está escrito en los culebrones de la tarde, y él, convertido en una telenovela con patas, no podía soportar ver a los pequeños Suárez con ojos de corderito triste. Pero como en toda buena historia de superación, llegó al Atlético de Madrid cual héroe caído del Olimpo rojiblanco y allí, ¡zas!, se convirtió en leyenda de piernas doradas y goles infinitos.
Y claro, las redes no ayudaban, con una audiencia que lo describía con nombres que ni el mejor de los villanos de la WWE se atrevería a pronunciar. Menos mal que Suárez se convirtió en Rocky Balboa con acento uruguayo, entrenador personal incluido. Ahora quiere que todos los que lo llamaron «gordo» sepan que su fortaleza mental es mayor que cualquier password de wifi. Bueno, no podemos negar que lo intentaron desanimar, pero como buen uruguayo con espíritu de tango, desea que sus críticos vean que está listo para dar un pase largo en el juego de la vida, mordiscos y todo.