La fiesta de los cánticos desastrosos…

En la avanzada y floreciente fiesta de Patum, digna de un episodio de Asterix y Obelix pero con menos poción mágica y más polvora, el intrépido Marc Bernal se convirtió en el centro de atención por motivos inesperados. Solamente estaba allí, en un balcón, como quien espera que la cabalgata de los Reyes Magos le lance caramelos, cuando de repente escuchó un entusiasta «Marc, no vayas a la selección». La escena fue tan surrealista que hasta los dragones de fuego se detuvieron para ver el espectáculo.

La plaza de Berga parecía el Camp Nou en un día de clásicos, repleta de fervorosos ciudadanos que practicaban el noble arte del cántico improvisado. Al oír aquello, el joven Bernal, que seguramente pensaba: «¿Y esto qué tiene que ver con las sardanas?» no pudo hacer más que sonreír y responder con aplausos, demostrando que, sin importar el terreno, sabe driblar cualquier situación. No cabe duda de que aquella noche, las almas despiertas de Berga alcanzaron niveles de creatividad lírica que ni Shakespeare soñaba al escribir Romeo y Julieta.

Claro, al buen Marc le seguirían otros cantos no tan melódicos, como el famoso «Puta España». Ah, pero no hay que temer, que en esta villa la gente canta de todo, desde himnos históricos hasta hits del verano. Y es que, en Berga, hasta los dragones de la Patum saben que la vida es un carnaval, y ellos bailan al son de cualquier melodía, aunque Marc Bernal no tenga ni un ukelele a mano.