El supereficiente regreso del lateral francés…
Amigos del balón y el bocata, Ferland Mendy regresó al césped con la misma duración que un chascarrillo malo: ¡ocho minutos! El lateral francés, que había estado en una especie de hibernación muscular más larga que el sueño de una marmota, salió al campo como si fuera un torbellino… pero de papel, porque cuando apenas habían pasado cinco toques de trompeta, ya estaba de nuevo ensayando cómo sentarse en el césped. Su retorno tuvo la misma duración que el reposo de una taza de té mal hecha. ¡Un visto y no visto muslonar!
Nuestro querido Carletto Ancelotti, que parece que ya está sacándose másteres en decisiones arriesgadas, optó por lanzar a Mendy al ruedo futbolístico sin estar seguro de que el toro fuera de papel maché. Y es que, con Camavinga más lesionado que un torero novato después de una tarde en la Maestranza, decidió apostar por Mendy en esta final de Copa, como quien juega a la ruleta rusa con una escopeta de juguete, mientras Fran García miraba el espectáculo desde el banquillo como si fuera la última fila del cine.
Ahora, con el francés postulándose como secretario general de la sociedad de esguinces inesperados, el Real Madrid se enfrenta a un agujero en el lateral izquierdo que necesita más parcheos que la camiseta de un recortador. Pero no temáis, madridistas, que aún queda campeonato y muchas risas por delante, con la esperanza de que el próximo regreso de Mendy dure al menos como un partido entero de cincuenta minutos… o dos tandas de penalties, como mucho.