Golpes, goles y muchas quejas…
¡Ave María Purísima, lo que pasó en el partido de Míchel! Si la primera parte de su equipo fuera una obra de arte, definitivamente sería un cuadro titulado «Confusión total». Nuestro amigo Míchel confesó que el Barça, en los primeros 45 minutos, fue como ese compañero de clase que siempre saca 10 mientras tú luchas por mezclar a Van Gogh y Picasso. No había modo de salir del área, ¡era más complicado que resolver un cubo de Rubik con los ojos vendados!
Míchel, con la honestidad de un amigo que te dice que la moda de los calcetines con sandalias no va contigo, admitió que su equipo sufría como nunca al no tener el balón. Es que claro, enfrentarse al Barça sin balón es como querer hacer magia sin varita, ¡imposible! Y ahí estaba Pedri, robando balones como si fuera parte de Misión Imposible, mientras Girona intentaba competir pero sin llegar a ser Bob el Constructor.
Las cosas están un poco tensas en el universo de Míchel con siete jornadas sin ganar, así que enfrentar a Alavés parece más necesario que nunca. ¡A cortar esa mala racha! Tras todo, la situación de Míchel se puede comparar a tener que aprobar matemáticas avanzadas cuando tú solo querías jugar al Monopoly. ¡Ánimo, Girona, que la liga no espera!