La polémica en el Mallorca-Barça…

El Barcelona logró su primera victoria en la Liga en un estadio que tiene más trampas que una película de Indiana Jones. Pero todo el protagonismo del partido lo acaparó José Luis Munuera, un árbitro que parece haber estudiado en la Universidad de la Autoimportancia. El 0-2 de Ferran fue como si alguien ganara un premio por equivocación. Se suponía que el protocolo obliga a detener el juego por golpes en la cabeza, pero fue directo a la papelera con más velocidad que un chisme en un colegio. Cuando Raíllo cayó al suelo, Munuera estaba más confundido que un pavo en Navidad y algunos jugadores parecían listos para un picnic.

El árbitro desquició al Mallorca y fue más permisivo que un abuelo en Navidad con el Barça. Morlanes se llevó dos amarillas más rápido que el repartidor de correos en un día tranquilo, mientras Munuera parecía hacer la vista gorda con De Jong y Lamine. La entrada de Raphinha a Mateu era como si un canguro hubiera hecho la entrada en lugar de él, pero Munuera apenas pestañeó. Por otro lado, fue justo con la expulsión de Muriqi. Aunque, siendo sinceros, con o sin Munuera, el Barça habría salido victorioso. El árbitro ya tiene más de medio boleto para viajar a arbitrar al soleado Miami, con credenciales dignas de un premio a la inconsistencia. Sin embargo, Laporta sigue presumiendo, seguro que ya está haciendo espacio en su vitrina para añadir trofeos a su colección.