Una odisea futbolística y un pasaporte tardón…

¡Paren las rotativas! En un universo alternativo donde los unicornios juegan fútbol, Raphinha pudo haber vestido la mítica camiseta azzurra y conquistado la Eurocopa junto a Italia. Todo quedaba listo: la camiseta con su nombre planchada, la pizza de bienvenida en el horno, y Jorginho cantando una serenata para convencerlo. Pero cuál Pinocho varado en alta mar, su pasaporte decidió tomarse unas vacaciones, dejándolo fuera del cuento azul.

Raphinha ahora cabalga a lomos de la samba brasileña, liderando al Barça como si fuera el D’Artagnan sudamericano contra la Europa entera. Semifinales de Champions por aquí, liderando LaLiga por allá, y una Copa del Rey en el bolsillo, este chico no deja títere con cabeza. El fútbol lo ve brillar junto a Lamine Yamal en el concierto de los campeones, una verdadera conexión Einsteiniana que desafía la gravedad del balón.

Y desde el banquillo brasileño, lo miran con ojos de avestruz emparentado con un guacamayo, agradeciendo que su pasaporte decidiera avanzar más lento que una tortuga con jet lag. ¡Suerte que llegó tarde! Ahora, Raphinha es el héroe tropical que reverdeció su destino con un golazo ante Venezuela, y todos aplaudimos al GPS superior del universo por su sentido del humor logístico. Italia tendrá el Coliseo, pero Brasil tiene a Raphinha.