Una rabieta digna de telenovela brasileña…
Después del partido contra el Real Betis, Raphinha se convirtió en una especie de torbellino brasileño. Decidió que era su misión personal salvar el fútbol mundial del arbitraje, y para ello, lo hizo como un superhéroe: sin prestarle atención a nadie. Primero, Lewandowski intentó detenerlo, pero fue tan efectivo como un par de calcetines para frenar un tsunami. Luego llegó Hansi Flick, que le echó un abrazo chico de ‘basta ya’, pero Raphinha lo rechazó con la destreza de un ninja.
A mitad del espectáculo, se encontró con Ter Stegen, el guardián imperturbable de la portería. El resultado: empujones varios y un intercambio complejo de miradas dignas de una telenovela. Ter Stegen, el filósofo del equipo, trató de calmar a Raphinha, pero terminó empujando al brasileño hacia el vestuario. Fue como ver una escena de ‘Titanic’, pero esta vez con menos agua y más gritos.
Luego vino el capítulo final: Raphinha, aún chispeando como un cohete en Nochevieja, se cruzó con el cuarto árbitro. Quiso dedicarle un monólogo, pero Ter Stegen, ahora en su rol de guardián de la paz, empujó a Raphinha al túnel, evitando así reescribir la historia del suspense futbolístico. La próxima vez, quizá se necesite un equipo de superhéroes para calmar al brasileño en pleno modo Hulk medieval.