Un córner lleno de drama…
Imagínate la escena: minuto 25, estadio vibrante, córner para el Barcelona. Íñigo Martínez casi se transforma en Superman y mediante un cabezazo manda el balón al centro del área. Cubarsí, el héroe en ciernes, se preparaba para su momento Champions. Pero, ¡zas!, aparece Raphinha como un ninja futbolero y mete su bota justo antes de que el balón entre, robándole el tanto a su joven compañero. Este caballero brasileño está decidido a convertirse en el máximo goleador de la Champions, aunque tenga que competir en tácticas con Houdini.
Mientras el árbitro se toma su tiempo para revisar la jugada, la cara de Raphinha mostraba más tensión que un partido de ping-pong con Messi y Ronaldo. Al final, el gol se mantiene y todos en el Barcelona respiran aliviados, convirtiendo el robo del gol en una anécdota simpática digna de una película de comedia futbolística. Al final del día, lo que importa es que el marcador sume, aunque haya sido con un poco de brujería sudamericana.
No podemos olvidarnos de Adeyemi, quien repartió tarjetas amarillas casi como si fueran caramelos en Halloween. Entre entradas a De Jong y Fermín, y un tirón de pelo a Koundé digno de una telenovela, el jugador del Dortmund decidió que futbolista es sinónimo de gladiador. Y mientras tanto, Fermín tuvo cinco minutos de gloria que harían llorar de orgullo a su abuela, rematando balones como si jugara al «¿A que no hay huevos?». Todo acabó con Lamine Yamal cerrando la goleada mientras Lewandowski cantaba el gol con el entusiasmo de un niño abriendo sus regalos de Reyes.