La Cartuja recibe a dos titanes…
¡Ah, La Cartuja! Ese templo del fútbol que podría contarnos más historias épicas que las escaleras eléctricas de un centro comercial. Esta vez, fue la alfombra roja para la gran final de la Copa del Rey entre los archienemigos más queridos sobre la Tierra: Real Madrid y Barcelona.
Los autobuses de ambas escuadras se acercaron al estadio con la majestuosidad de dos carrozas reales, con jugadores que parecían héroes de cómic saliendo directo de una viñeta de acción. Mientras los madridistas eran recibidos con vítores que harían sentir celoso al mismísimo Rocky Balboa, los culés llegaron con la tranquilidad de quien sabe que una buena paella siempre lleva su tiempo.
Y es que la afición blanca, más numerosa que los selfies que Messi se sacó tocando trofeos, hizo sonar su pasión madridista. En cambio, la afición culé, atendiendo al partido como si fueran filósofos y ellos estuvieran como en un capítulo de «Friends», se tomó la llegada con la calma de quien se sabe parte de una historia interminable. La Cartuja, sin lugar a dudas, tenía a sus campeones y a sus filósofos, listos para la batalla en el verde campo de sueños.