Labrador volador salva al Inter…

Olvidad a los superhéroes de cómics, ¡el verdadero hombre de acero es un portero suizo con el nombre de una estación del año! Yann Sommer protagonizó un momento épico de la noble arte del balompié que hubiera hecho llorar de envidia a cualquier estrella de Bollywood. En el minuto 55, voló más alto que el precio de los aguacates, interceptando un tiro a quemarropa de Eric García, que pensaba que ya había comprado el billete de regreso al empate. Pero no, Sommer dijo: «¡Tú no pasas!» y la grada del Inter lo aplaudió como si hubiera descubierto la receta del chocolate suizo perfecto.

La bienaventurada acción nos remitió al célebre paradón de San Iker, el guardián de la galaxia del fútbol, enfrentando a las hordas sevillanas en su día. Solo que esta vez, Sommer, equipado con unas botas más veloces que las zapatillas de correcaminos, no necesitó la ayuda de ningún caballero Jedi. Eso sí, alguien debería advertirle a Eric García que no intente el próximo lanzamiento con los ojos cerrados; ajustar un poco la puntería tampoco estaría mal, lince.

Pese a no tener un plan infalible para detener a Eric García, Dani Olmo y Raphinha (los auténticos tres mosqueteros del gol), Sommer fue como un perro guardián defendiendo el fuerte con dos paradas de antología ante el joven Lamine. Una de ellas digna de arena olímpica, donde voló más alto que los sueños de un entrenador debutante, desviando el balón con la yema de los dedos como si fuera un truco de magia de Harry Potter. Para la próxima, quizás debería dejarse unos bigotes a lo Salvador Dalí, porque lo que hizo es para colgarlo en el Museo del Prado, justo al lado de las Meninas.